Elul 11: Trata al Extranjero de Modo que no Haya Ningún Extranjero – David Saperstein

Durante más de un siglo, el enorme esfuerzo que realizó la judería estadounidense para asegurar que Estados Unidos fuera un país que daba la bienvenida a los inmigrantes, se vio infundido por poderosas lecciones históricas. Éramos, por supuesto, el pueblo inmigrante por antonomasia, que huía de tierra en tierra en busca de aquellos extraños países que nos recibieran y quizás, incluso, pudieran protegernos. Nuestro esfuerzo era también un reflejo de los valores bíblicos. Nos enorgullece que el mandato más repetido en nuestra tradición sea el de tratar al extranjero como a nosotros mismos.

¿Pero qué sucede con nuestra propia comunidad y nuestras sinagogas?

En 1978, el rabino Alexander Schindler nos instó vigorosamente a tender la mano a “todos los que entren”, a abrir nuestras congregaciones a las familias de matrimonios mixtos, más tarde a la comunidad LGBT, y posteriormente a los que son judíos por vía patrilineal. Y luego llamó a nuestras sinagogas a convertirse en “comunidades acogedoras” que satisfagan las necesidades reales de sus miembros.

A aquello siguió una forma diferente de bienvenida cuando las sinagogas abrieron sus corazones, sus puertas y sus recursos para absorber la avalancha de gente que “se subía al bote” huyendo de Asia Sudoriental; luego los judíos soviéticos, los refugiados sudaneses y los judíos etíopes. Entretanto, los esfuerzos para que nuestras sinagogas fueran más accesibles para los judíos con capacidades diferentes a menudo se constituyeron en incómodos desafíos para integrar a las personas con capacidades físicas y mentales diferentes a nuestras escuelas, a nuestros servicios,  y a nuestros programas.

Cuando el Rev. Rick Warren pronunció su discurso en la Bienal de la URJ en 2007 describiendo la cultura de la mega-iglesia, nos ayudó a estimular un abordaje diferente para nuestras congregaciones.

Al acercarnos a este Año Nuevo, el proceso de dar la bienvenida se profundiza y se expande. ¿Cómo nos abrimos a los no afiliados? ¿A los pobres? ¿A los judíos más jóvenes que están en la búsqueda espiritual y van de institución en institución, de experiencia en experiencia? ¿Cómo convertimos en realidad la esperanza de los discapacitados de estar plenamente integrados a nuestra vida comunitaria judía?

Que este Año Nuevo podamos tratar al extranjero de modo tal que no haya ningún extranjero en las sinagogas de Estados Unidos.


El rabino David Saperstein es el director y consejero legal del Religious Action Center del judaísmo reformista.  www.rac.org