El Año Nuevo es el momento para evaluar lo que has logrado en el año que pasó, así como para soñar lo que podría suceder si tan sólo tuvieras el valor de mantenerte firme en tus convicciones. He dedicado mi vida a hacer del pluralismo una realidad en Israel. Quiero que Israel sea un hogar espiritual para los judíos de todos los países y denominaciones. Es un proceso que exige entrega y también fe en que -tarde o temprano- la igualdad triunfará.
El año pasado fui arrestada en el Muro de los Lamentos por usar un talit y decir a viva voz el Shemá, la declaración de fe central del judaísmo. Mientras estaba sentada en prisión, caí en la cuenta. Estaba sentada con mis manos esposadas y tenía limitados los movimientos más básicos -esa plena libertad de movimiento que normalmente doy por sentada- de una manera que no podría haber descripto con antelación. Pienso que podría haber aprendido a funcionar con esa movilidad y esa libertad tan limitadas si hubiese tenido que permanecer esposada, pero, ¿por qué debería hacerlo?
Los judíos reformistas y progresistas en Israel se han acostumbrado a vivir metafóricamente esposados. Hemos estado viviendo por tanto tiempo como judíos de segunda clase a los ojos del Estado, que hemos aprendido a funcionar de ese modo…pero, ¿por qué deberíamos hacerlo? Todos damos por sentada la afirmación de que “es más fácil ser un judío progresista fuera de Israel” pero, ¿por qué deberíamos hacerlo?
La igualdad es la joya por la que rezo este Elul. El Año Nuevo Judío nos da la bienvenida a cada uno de nosotros y no discrimina en función de nuestras afiliaciones; todos oramos para ser inscriptos en el Libro de la Vida. Los israelíes merecen el pluralismo, y no descansaremos hasta que nos acostumbremos tanto a ello, que sea una realidad “dada por sentada”
