“Tú eres mi sol, mi única luz del sol. tú me haces feliz, cuando el cielo está gris … ” Hace muchos años, cuando mis hijos eran pequeños, yo solía cantar esta canción folk. Yo quería que cada uno de ellos creyese que era mi sol, la luz focal de mi universo. Y yo también necesitaba asegurarme y reconfortarme a mí misma en el simple hecho de que eran mis soles brillantes.
En pocas semanas, al dar comienzo del servicio de Kol Nidrei, vamos a cantar las palabras del Salmo 97, “Or zarua latzadik”- una luz está sembrada para los justos, y la alegría de aquellos cuyos corazones son rectos. Esforzarme por un corazón sincero, creer en mi camino, me ha traído tanta alegría. Yo dejé recientemente el púlpito, después de más de 30 años, de ayudar a dar forma al futuro del oficio del canto litúrgico, y esto me ha permitido desperezarme, y me ha retado a redefinir mi camino. Hay un nuevo ritmo en mis dias cuando encuentro la luz del sol en mis interacciones.
La simplicidad y la facilidad de darles una serenata a mis niños es difícil de replicar en las relaciones adultas. Sin embargo, a medida que Yom Kippur se acerca y comienzo a pensar en pedir perdón a amigos y familiares, puedo aliviar la tarea imaginando a cada persona como un sol, como alguien que genera felicidad. Aunque no creo que voy a cantar mientras busco la teshuvá, voy a confiar enque mis verdades me guien.
La música de la vida no debe darse por sentada.
Jazanit Nancy Abramson es la Directora de Educación Cantorial en el HL Miller Cantorial School del Jewish Theological Seminary. www.jtsa.edu
