“Dios es la Luz de los Cielos y la Tierra”. Corán 24:35
Este versículo del libro sagrado de los musulmanes ha sido dilucidado por los eruditos musulmanes durante generaciones. Mi explicación es decididamente más simple. Escribo en el mes de Ramadán, privándome a mí mismo de alimentos, bebidas, chismes y de hablar negativamente de otros. Mi lengua practica la paz en éste, el más bendito mes del año.En estos días incluso como profesor de enseñanza en una academia de teología, no hay discusiones que resuenan más en mi que mis conversaciones con mi hijo de cinco años de edad.
Como mujeres nada es más precioso que el corazón de nuestros jóvenes, pero a menudo la crianza de nuestros hijos como seres espirituales no se cumple o no es reconocido. Así que volviendo a mi niño de cinco años. Le explico Dios como la Luz. Pues Dios no es visible pero está en todas partes al mismo tiempo. Me pregunta: “¿Cómo podemos conocer a Dios, mamá”? Yo le digo que esta luz que buscamos se la encuentra ejercitando los músculos de nuestro corazón para hacer el bien a los demás.
Este fin de semana fuimos a llenar las bolsas de personas indigentes desfilando en una despensa de alimentos en una mezquita. Le dije a mi hijo, mira profundamente a los ojos de la persona a la que le entregas la comida, Cuando veas su luz irradiando, tu momento de conexión con esa persona es donde Dios está uniendo vuestros corazones, aun en el más breve de los momentos. Mi niño me dice: “Mamá, cuando puedo ayudar a los demás, me siento bien”. Así le enseño a vivir la vida en servicio de los demás, para que Dios se convierta en un compañero inseparable aquí en la Tierra.
Najeeba Syeed-Miller, JD es Profesor de Educación Interreligiosa en la Facultad de Teología de Claremont. www.twitter.com/najeebasyeed
