Yo tenía una relación muy estrecha con mi padre y su repentino fallecimiento fue inesperado. Una breve enfermedad, un diagnóstico erróneo. La falta de un cierre lo hizo más difícil.
Hice lo que no debería haber hecho pero no lo sabía entonces. Después de un mes, me paré en su última morada y pedí verlo otra vez. Pedí una oportunidad para decir “Te amo. Adiós”. Algo.
Había escuchado de gente que veía a sus padres o abuelos en sueños. Esperaba un sueño…. mi sueño de una “visita especial”. Me fui a dormir esperanzada. Una noche, dos, tres. No estaba destinado a ser. Lo dejé ir.
Las semanas pasaron. Asistí a una inspiradora noche con un maestro spiritual. En un gran salón, me senté en el medio de un círculo de sillas frente al conferencista.
En la mitad de la presentación, repentinamente, sin advertencia, mi padre estaba allí. Se veía exactamente como lo había conocido. Su amado rostro estaba tan claro como el de mis amigos. Él estaba al otro lado del salón cerca de la pared posterior, merodeando más cerca del techo que del piso. Yo era consciente de que si atravesaba la habitación y extendía mi mano no habría allí nadie para tocar. Sentí las lágrimas. Papá estaba aquí. Había venido a verme…a permitirme verlo. Su mensaje fue de mente a mente, claro, breve, y diferente de lo esperado. “Nomi”. Me dijo, “Realiza tantas buenas acciones como puedas porque el Mesías llegará pronto”
Mi padre había regresado a un mundo de verdad- verdad eterna. Quería que su amada hija supiera esa verdad y la viviera. Por ello, reúno tanta luz como me es posible porque esa es la única riqueza que podemos llevarnos con nosotros cuando regresamos. Para siempre.
Nomi Freeman es maestra de espiritualidad y consejera de crecimiento personal. Cuando no está dando conferencias o no está inmersa en antiguos textos místicos se la puede encontrar preparando sopa de pollo o furtivos chocolates para sus nietos.
