Elul 25: Como un hombre! – Dan Fost

Estoy bastante impactado por lo poco que recuerdo de mi bar mitzvá. No recuerdo ni mi lectura de la Haftará, ni lo que me dijo el rabino, ni qué música hubo en la recepción. Aprendí hebreo pero lo he olvidado por completo. Cada Janucá busco las letras en el dreidel.

Se suponía que mi bar mitzvá era un acontecimiento trascendental, un momento definitorio, y mi pasaje de la niñez a la adultez. ¡Fue el día en que me convertí en un hombre! ¿Por qué recuerdo tan poco acerca de él?

Probablemente porque lo hice por las razones equivocadas- la fiesta, los regalos, la presión de los compañeros- más que por algún sentimiento de madurez incipiente o alguna sensación de devoción religiosa. Lo hice porque todos los varones judíos de trece años de edad lo hacen.

Parece irrisorio que cualquier ritual pudiera hacerme “un hombre” a esa edad cuando mi madre aún me llevaba en auto al colegio, me hacía el almuerzo e incluso hacía mi cama. (Después de todo, es una madre judía) Sólo años más tarde gané la suficiente confianza en mí mismo como para no perder terreno en un juego de basketball, como para invitar a salir a una muchacha y como para hablar frente a una audiencia.

Y sí, también gane la confianza para relacionarme con el judaísmo en mis propios términos, no en los términos de mi rabino. Ahora puedo resolver por mí mismo qué es importante para mí del judaísmo.

Para mí es mi identidad cultural. Es la comida judía: tsimmes, latkes, y sándwiches de pastrami. Es Henny Youngman, los Hermanos Marx y Woody Allen. Es mi tribu. Puedo aferrarme a la cultura, la comida, el humor, la comunidad y la historia sin necesariamente aferrarme a Israel, el hebreo, la plegaria, Dios y la religión.

Puedo lidiar con estas cuestiones y de hecho ahora comprendo que el judaísmo se trata de lidiar con estas cuestiones.

Finalmente me siento un hombre. ¿Está bien, mamá?

 

Dan Fost es autor de La Gigante Experiencia de Baseball y ex miembro del staff de escritores del  San Francisco Chronicle. www.danfost.com