Elul 23: Dando la Bienvenida al Regalo Principal – Liz Creditor

Cuando imaginamos la bienvenida a una nueva vida en este mundo, pensamos con frecuencia en una madre parturienta, con el sudor corriéndole por la ceja luego de horas de trabajo de parto, mirando amorosamente el rostro con el que ha soñado y al que -sin verlo- ha conocido íntimamente durante muchos meses. Ella inspecciona cada centímetro de este nuevo ser. Y mientras su compañero derrama lágrimas de alegría, en el término de nanosegundos se envían las fotografías del nacimiento para que las vean los abuelos. Incluso antes de que se le corte el cordón umbilical esta nueva alma ya se encuentra ligada al mundo. Y así, con cada intenso acto de “bienvenida” , a medida que esta nueva alma se acerca más a este mundo, comienza a la vez un cierto “alejamiento”:  el alejamiento de NOSOTROS.

¿Qué clase de regalo le damos a una nueva vida incluso antes de que llegue al mundo? Y por “regalo” no me refiero a cunas, chupetes y asientos inflables. Cuando los bebés nacen necesitan lo que todos necesitamos para sobrevivir: alimento, refugio y vestimenta; incluso la vestimenta es opcional. Celebramos “baby showers” porque pensamos que los bebés necesitan “cosas” pero son precisamente estas cosas las que nos impiden darle a nuestros bebés recién nacidos la bienvenida que verdaderamente necesitan, el regalo principal: NOSOTROS.

¿Qué clase de regalo le damos a una nueva vida cuando llega al mundo?  En lugar de ver almas recién nacidas a las que se les brinda la sagrada bienvenida del cálido cuerpo de su madre, frecuentemente veo bebés que sin necesidad son inmediatamente llevados a ser “limpiados” de fluidos naturales, examinados por manos enguantadas y abrigados con objetos artificiales. Si vamos a dar la bienvenida al mundo a estos regalos únicos debemos recordar la capacidad que Dios nos dio de encarnar la mismísima bienvenida divina.

¿Cómo podríamos reaprender este don? Al entrar al Año Nuevo, siendo nosotros mismos bienvenidos una vez más a la vida, le pido a todas las mujeres parturientas y a sus compañeros que exploren sus propios caminos para canalizar en ellos la fortaleza de nuestras matriarcas. Estudien y reflexionen acerca de cómo Sara, Rebeca, Raquel y Lea trajeron vida a este mundo. Oigan sus potentes voces de parto. Imaginen el poder de sus cuerpos. Ellas recibieron cada nueva vida en este mundo sin smartphones ni Facebook, sin preocuparse por si sus cuerpos estaban preparados “normalmente” para el nacimiento, sin nada que las separara de sus bebés, igual que lo hicieron todas las generaciones de mujeres parturientas que las precedieron.


Liz Creditor es educadora certificada para partos de Lamaze y también partera certificada de DONA como doula. www.familydoula.blogspot.com